domingo, 5 de enero de 2014

Amor del bueno.



Hoy toca hablar de amor. Pero de amor del bueno. De ese en el que nadie se muere por nadie y la vida de uno no gira en torno del otro. De ese en el que se sustituye la palabra novia por compañera y en el que se suprimen los parasiempres. Os hablo de ese amor que nos llena de paz y convive con nosotros durante el tiempo en el que nos haga felices. Os hablo de comprensión, de confianza, de respeto, de admiración… de colaborar con las ilusiones del otro y empatizar con sus emociones.

Desde que nacemos nos meten en la cabeza esa idea del príncipe azul y de la absoluta necesidad de encontrarlo en nuestra vida. Desde los cuentos de Disney hasta las películas de Hollywood, pasando por las telenovelas o las series más actuales, nos obsesionan con una figura irreal del hombre y con una idea ficticia del amor. Una idea además repleta de estereotipos sexistas y anticuados que una vez interiorizada no hace más que crearnos desequilibrios emocionales.

Yo por mi parte he decidido liberarme de los clichés a los que nos encadenan los discursos mediáticos, ya que sin darme a penas cuenta, me estaban condicionando más de lo que creía.

Y a ti decirte que no voy a adornar la realidad con espejismos, ni voy a idealizar los recuerdos que vayamos construyendo. No voy a creer en cuentos de hadas, y tampoco pediré que seas un príncipe. No voy a prometerte una vida juntos, pero si te sirve te diré que prometo amarte y disfrutarte cada segundo que me quede a tu lado.

sábado, 4 de enero de 2014

La familia que se elige



Siempre he pensado que las personas que eliges para que te acompañen en tu vida te determinan de una forma crucial. Compartes alegrías, aprendes de sus errores, te contaminas de sus valores y sin que se den cuenta te hacen una persona mejor. Esas que graban sus iniciales en tus sentidos. Esas son mi prioridad.



viernes, 3 de enero de 2014

Renuncio a odiar.






A menudo creemos que el amor y el odio son dos sentimientos opuestos. Y nos equivocamos. Se ha demostrado científicamente a partir de experimentos llevados a cabo con imágenes neuronales que cuando una persona sentía odio hacia algo se iluminaban unas partes del cerebro, algunas de las cuales eran las mismas que las del amor.


Cuando lo leí no me sorprendió demasiado. Supongo que es algo que nos pasa a todos. Somos capaces de amar a morir y al morir solo nos queda el odio, como si fuese a calmar nuestro dolor. Pero solo nos hace perder el tiempo. A veces el odio es tan sencillo de curar que vale una simple conversación, pero cuando no tenemos esa opción solo nos queda perdonar, olvidar y aprovechar ese trocito de corazón para amar a otra persona. Al fin y al cabo es lo que nos hace felices.

Buenas noches, sigan sonriendo.